Posted by : Lady Bellalice Blackthorn domingo, 22 de enero de 2012

Esta historia me ha parecido buenísima. En serio. Cuando salió la escena del Invernadero desde el punto de vista de Jace, hubo quien sintió que se quedó corta para su gusto. Bueno, siempre queda el hecho de que en esa historia, no habían dos involucrados, sino tres. Así que, esta es, la escena del Invernadero, contada por Hugo. Sí, Hugo, el cuervo de Hodge!.

No está escrita por Cassie sino por una fan (Holly) y fue publicada  en tumblr hace unos días. Me  ha sacado una sonrisa por que aun cuando la narración es seria, las situaciones no pueden ser más cómicas!

Igual soy solo yo, pero como siempre espero que la disfruten!.



A Hugo nunca le gustó el Invernadero. A pesar de ser un ave, el atractivo de posarse sobre un árbol nunca tuvo sentido para él. No, su lugar sobre el hombro de su amo era mucho más agradable. Como sea, cuando le pedían que espiara a alguien, -algo de lo que se enorgullecía - no importaba donde tuviera que esconderse. El volaría hasta el fondo de un volcán despertándose, si su amo simplemente lo sugería.

Lentamente estaba llegando la media noche. Afuera en la Ciudad de Nueva York, Hugo sabía que esos feos seres mecánicos todavía estaban rugiendo en las calles, luces brillantes. A el no le gustaba el exterior del Instituto tampoco; extrañaba Alicante, el hogar de su amo.
Después de acomodarse en una rama cubierta con flores de carboncillo - todo para esconderme mejor, pensó - le llamó la atención la puerta del Inverrnadero. Voces, suaves y apasionadas, resonaron en el cuarto de las flores, y se enredaron con la oscura esencia de la tierra húmeda.

"Wow." Solo el sonido de la voz de la chica de cabello de fuego, bastó para retorcer el estómago aviar de Hugo. El observó mientras ella daba vuelta lentamente, reconociendo la habitación con asombro fresco. La mirada en su rostro era muy parecida a la que tenía cuando miraba a Jace. La misma mirada que hacía que Hugo quisiera picotear esa cara hasta el olvido. "Es tan hermoso aquí, de noche."

Francamente, Hugo hubiera dicho que la hora del día no importaba - los árboles eran árboles - pero entonces vio la forma en la que Jace le sonrió. A el no le gustó ni un poquito. Tampoco la forma en la que el chico de ojos dorados que ellos tenían el lugar para ellos solos. Su amo le había pedido que echara un ojo a la relación creciente entre el par, pero él no había prohibido exactamente, el sabotearla.

Mientras un sentimiento poco familiar ardía en el pecho de Hugo, Jace y Clary se movieron para sentarse debajo de un arbusto particularmente aburrido, salpicado de botones que aún no habían florecido. El pájaro color ébano sintió un brinco de satisfacción; si Jace estaba realmente tratando de impresionar a la chica, hubiera elegido una de las plantas más hermosas de la habitación. En vez de eso había elegido algo que reflejaba, en la opinión de Hugo, la personalidad de Clary.

Blanda, blandísima y más blanda.

Continuó mirando como Jace Jace producía una cantidad de comida, incluyendo esos sándwiches de queso que tanto le gustaban a Hugo. Había algo en la manera en que el chico se las arreglaba para poner solo la cantidad justa de queso entre las rebanadas de pan. Nunca demasiado grueso, nunca demasiado delgado. Era siempre lo justo. Era una de las muchas cosas que a Hugo le encantaban de él.

Los sentimientos del pájaro por el jóven Cazador de Sombras no habían aparecido de la nada. No, hubo un momento muy preciso e increíblemente cargado de química cuando colisionaron los destinos de ambos, el del amigo emplumado y el del guapo con sangre de ángel. De hecho, como si leyera la mente de Hugo, Jace comenzó a contarle a Clary sobre el día en que el destino los unió.
"Bueno, cuando tenía cinco, quise un baño de espaguetis".

De pronto, el recuerdo borroso golpeo la mente de Hugo en un baño de acuarelas. El pequeño muchacho con los rizos dorados espiando de detrás de la puerta del cuarto de baño. De su cabello colgaban tiras de espaguetis, pegadas a su cara redondeada. Hugo no había sido más que un polluelo, y nunca había sentido nada excepto lealtad - hasta entonces.

Al principio, Hugo sintió una pequeña cantidad de resentimiento hacia el chico y la forma en que su amo pasaba tiempo enseñandole. Pero cuando los años pasaron el pequeño muchacho comenzó a crecer hasta convertirse en un hombre - no, Hugo se corrigió, en una divinidad- y el ave ya no podía mentirse a sí mismo. El amor hacia Jace se coló hasta sus plumas como una avalancha perturbando la nieve; estaba atrapado, profundamente atrapado.

Cuando pensaba en Jace, lo cual era cuando su maestro no requería su atención, era como si se hubiera deslizado en otra realidad. Su realidad no era en la que había estado antes, y donde su mente había estado antes llena de sombría oscuridad, ahora se inundaba con luz.
Hubo un tiempo - una sola vez - cuando el muchacho se sintió apegado a otro pájaro. En ese momento Hugo estuvo furioso, pero tanto como enojo también había esperanza. Si Jace podía aprender a amar a una bestia tan salvaje, sería muy fácil para Hugo deslizarse hacía su corazón.
Eso fue hasta que su amo rompió el cuello del Halcón, las oportunidades de Hugo, y por ende, su corazón.

No pasó mucho tiempo despues, cuando Hugo fue enviado lejos de casa, puesto en el hombro de otro - Hodge. Cualquier torpe y desesperado sueño de su dorada alma gemela se rompió dentro de él. No vería al muchacho nunca más.

"... Después de que mi padre murió, ella cambió mucho." La chica - su nombre Clarissa, no era el que su amo hubiese elegido - habló trayendo al cuervo de vuelta al presente. Jace estaba mirandola intensamente ahora, sus ojos del color del maple acariciandole el rostro.
Una de sus delgadas y delicadas cejas se elevó hacia su frente. "Recuerdas a tu padre?"
Hugo sabía que la respuesta sería "no." Hugo sabía más de la chica de lo que le gustaría, pero era lo que sabía y lo que ella no, lo que lo tenía en el Invernadero. Ella sacudió la cabeza, justo como pensó.

"No, murió antes de que yo naciera." Mentiras. La palabra silbó en sus pensamientos, ribeteada con un orgullo que casi trajo una sonrisa a su pico. Bueno, tan cerca de una sonrisa como era posible para un ave.

La voz de Jace de pronto se hizo más profunda con el sutil dolor de la soledad. El mero sonido casi envió a Hugo volando a su lado, su  pico dolía por hocicarse contra el chico y darle alivio. "Eres afortunada," dijo él. "De ese modo no lo extrañas."

Le intrigaba a Hugo como los humanos podían ser tan... estúpidos, a falta de una palabra mejor. Como podían no saber que el hombre del que estaban hablando era el mismo? Por supuesto, era vital para el par quedarse en las sombras - si no fuera así, Hugo hubiese desbaratado este enfermizo romance días atrás.

Pero no, su amo había regresado despues de esos largos siete años, encargando al cuervo una mision más allá de la que hubiera soñado. Seguir a la chica y al muchacho quienes hacían un atardecer de deslumbrante rojo y brillante oro - mientras caían en un plan que desgarraría su mundo. Su trabajo era asegurarse de que su amo sabía cada detalle, cada suave susurro y cada sonrisa secreta; al final, esto sería su caída.

Jace apretó algo en la mano de Clary - una piedra de luz mágica - a la cual ella estaba mirando con confusión. Que estaba pensando su amo? Esta chica no sabía nada de su mundo. COmo alguien quien era tan  indefenso como un recien nacido podría ser la clave para el éxito de su amo? Especialmente alguien que se lanzaba a sí misma irresponsablemente hacia situaciones que no entendía. Hugo había pensado que el estilo de su maestro era lógico y bien pensado, no actuar a como van saliendo las cosas.

Clary finalmente deslizó la piedra en su bolsillo. "Bueno, gracias. Fue amable de tu parte el darme algo". Algo en el aire entre ellos hizo a Hugo feliz - era pesado, espeso, e incómodo. "Mejor que un baño de espaguetis cualquier día de estos."

Jace respondió, su voz gruesa, oscura, de modo que le recordó a su amo, "Si compartes esa pequeña información personal con quien sea, puede que tenga que matarte."
Por favor hazlo, pensó el ave, un borrón de imágenes vinieron a su mente, todas diferentes situaciones que involucraban la muerte de Clary. Su método favorito involucraba una buena cantidad de palos de bambú y -

Por el rabillo de su ojo, algo captó su atención, era pequeño, verde, y cambiante. Ahora mientras Hugo despreciaba el Invernadero, y no tenía interés en árboles, las cosas que habitaban la masa de vegetación eran otra cosa. Los cien pies resultaban ser sus favoritos.

Parpadeó rápidamente hacia Clary y Jace. Estaban entretenidos en una conversación sobre los deseos de cumpleaños pasados de la chica - ser puesta en la secadora (lo que sea que fuera) y una marca de tortuga en su hombro. También notó con una leve satisfacción, la forma en que Jace había evadido su mirada cuando ella se bajó el tirante de su camiseta.

Una vez que estuvo seguro de que ellos estaban lo bastante distraidos el uno con el otro (esta vez con el tema de la chica Lightwood), el cambió de lugar muy cuidadosamente hacia la larva verde luminosa que se movía a través de la rama. Eso era lo mejor sobre los cien pies - no habían evolucionado de modo que tuvieran velocidad. Solo tomaría unos cuantos saltos sutiles a lo largo de la rama, y un solo aleteo hacia una arriba, y el deseo de Hugo por el cien pies sería saciado. Sus pies se movieron cuidadosamente, sus nudillos aferrando la madera silenciosa pero firmemente.

Un salto, dos saltos, tres. El pájaro estaba tan cerca que podía sentir los jugos del cien pies corriendo hacia abajo por su garganta. Ya lo había visto y se había escondido en una hoja como si tratara desesperadamente de camuflarse. Esto no tenía sentido; Hugo lo tenía exacto donde quería, con un agudo empuje, sus alas golpearon hacia arriba y capturó la oruga con el pico. Se retorció y dio vueltas tratando en vano de escapar, antes de que lo tragara hambriento. Al menos se había ganado algo en este replanteo, notó.

Pero el cien pies había valido la pena en contra de mirar al amor de su vida besar a alguien más?.

Mientras miraba de vuelta a la pareja, observó como Clary aplastaba su cuerpo contra el de Jace, enredando sus dedos en su cabello del modo en que Hugo siempre quiso. No solo se sentía disgustado ante la visión de intimidad entre ellos, sino que un ansia llena de celos se instaló en sus entrañas. Con sus agudos, nudillos aviares, nunca sería capaz de darle a Jace lo que Clary podía. Los brazos de Jace estaban al rededor de ella, sosteniendola contra él como si fuera el único oxígeno restante para él en todo el universo.

Ese ardor extraño lo consumió una vez más. Lo golpeó en oleadas, cada una más dura y más caliente que la última. Cada instinto de su cuerpo estaba diciendole una sola cosa: ataca, ataca, ataca. Pero no podía. Su amo le había hecho prometer que no dañaría a la chica. Aún así el sentimiento de celo enfurecido - febril y ardiente - pulsaba a través de su cuerpo, forzando sus alas a batirse duro y furiosas.

Toda su vida, había querido que Jace lo notase, y en ese momento, lo hizo.

"No te alarmes," dijo el chico rubio, pero sus brazos aun estaban al rededor del cuerpo de Clary. Sus ojos estaban en Hugo, un ámbar derretido, oscurecido con pasión, "pero tenemos audiencia."

La chica volteó la cabeza, los ojos grandes con sorpresa. Lo estudió con una rebeldía que causó que sus talones escocieran. Una cara tan bonita, delicada, y llena de pecas; sería tan placentero arruínarsela.

Jace comenzó a murmurarle, palabras demasiado suaves para que Hugo las oyera. Lo que alcanzó a escuchar fue una sola frase, "Debemos irnos."

"Está espiandote?" susurró Clary cortante, alejandose un poco de Jace. "Me refiero a Hodge."

"No. A el solamente le gusta subir acá a pensar. Lástima - estabamos teniendo una conversación tan brillante."

Con una risa callada, Jace acompañó a Clary hacia la puerta y fuera del Invernadero, Hugo se quedó quieto por un rato, con su pequeño cerebro inteligente, tomandose unos momentos para procesar los descubrimientos. Mientras el calor de los celos aun estaba ardiendo a través de cada nervio de su cuerpo, se recordó a si mismo que no importaba lo que pasara, su romance no iba a durar. Una vez que el plan de su maestro entrara en completa acción, ellos no podrían estar a la vista del otro.

Y con Clary fuera de la jugada, Jace estaría solo. Hugo sabía que esta no era la primera vez que el muchacho se encariñaba con un pájaro, pero él estaba completamente seguro que esta sería la última.

Jace Wayland sería suyo. 


Fuente: Holly 
Vía: Tumblr
Traducción: Ciudades Mecánicas 



Si tomas información, por favor respeta las fuentes.

4 comentarios:

  1. Esto me ha dejado con cara de WTF ¿El pájaro es gay y esta enamorado de Jace? Estaba consiente de que Cassie no tenia prejuicios en cuanto a amor se tratara pero no creen que esto es... demasiado
    Wow la verdad Holly es que tienes una imaginación muy fértil y también muy original quien lo pensaría un pájaro enamorado y con celos jajaja

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  2. todos hasta los pajaros estan enamorados de jace jaj como me reiii
    la verdad hay que tener una imaginacion grande para crear sentimientos humanos con animales

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