Al gran brujo de Brooklin:

Magnus, querido Magnus, tienes una idea de lo que acabas

de hacer hoy?

No solo salvaste la vida de un hombre, un nephilim...

salvaste la vida de MI hermano, la vida de mi querido Alec

que es mi cable a tierra en este mundo cada vez más caótico.

Te estaremos inmensamente agradecidos por ello de por vida,

por eso quiero que sepas que me tienes a tu disposición

para lo que precises, un favor, una amiga,

consejos de moda, decoración de interiores, asuntos con

la corte Seelie, lo que sea que esté a mi alcance, te lo facilitaré.

Un lindo novio? Ok, te daré a mi hermano, solo te diré

que aunque podría ingresar en los estandares de

chico lindo (bueno, es mi hermano!! si no lo digo yo!)

no es del todo la personalidad que tú preferirías

( claro, eso si es que prefieres un chico con personalidad ), ya que

Alec es lo mas parco que puedas llegar a conocer en tu vida!!

Le gustan las cosas blancas o negras no acepta el gris

(y mucho menos el rosa, jeje)...

Y tampoco creo que seas su tipo, pero

no está de más intentarlo, ya sabes,

y con todo eso de las historias y leyendas del demon pox,

te aseguro que este joven es totalmente sano

ya que nunca anduvo con nadie, o eso creo yo, no se,

el tiempo lo dirá...

Aunque pensandolo mejor, olvida todo lo que te acabo de decir,

es solo mi boca floja desahogandose porque me caes bien,

me pareces sexy y de la mas buena onda, y no sé que fuerza

te obligó a venir aquí a salvar a alec, pero como te dije antes,

te estaré agradecida por siempre.

Isabelle Lightwood.

William,
No debería escribirte. No debería, pero me es imposible evitarlo. Si me atrevo a entregarte estas líneas, por favor te ruego las leas. O quizá mejor será que las destruyas ahora antes de que lo que voy a decir nos destruya a ambos todavía más.

Cuánta razón tenías. El infierno es frío. Es como témpano de hielo en donde no hay más que soledad, y vacío. Hoy he descendido al infierno contigo, lo veo y lo siento alrededor nuestro, alzándose sobre nuestras cabezas, envolviéndonos, sofocante, como la niebla del Támesis. Y quisiera decir cuánto me duele esto, y poder abrazarnos, y susurrarte al oído que todo estará bien, que hay una solución más adelante; que mañana despertaremos con el corazón intacto y seremos felices después de todo.

Quisiera hacerlo. Pero no puedo.

En cambio, he escuchado con creciente dolor las razones con las que has declarado, lo que he soñado escuchar desde mis tiernas ilusiones románticas. Otro hombre hubiese hecho las cosas de un modo distinto, hubiese exigido al menos una respuesta, en cambio tú, no has pedido nada para tí, me has dado todo lo que he soñado escuchar, y solo has pedido una oportunidad de resarcir tus errores. Por esa razón debo decirte que en mis sueños tú siempre fuiste el caballero de mis cuentos, el príncipe de la historia, ese hombre enamorado que declara sus intenciones, con la rodilla en el suelo y el corazón en la mano.
Tú no eres el último en mis sueños, Will. Nunca lo fuiste, y nunca lo serás.

Mientras hablabas cada palabra dicha, cada gesto, todo obtuvo un nuevo significado. Las heridas del pasado quedaron sanadas al instante por que ahora entiendo todo, ahora sé. Pero saber también trae dolor. Por eso mientras tú hablabas y confesabas con que violencia me amas, yo solo pude escuchar, y callar. Y sobre las cicatrices de las viejas heridas se abrieron nuevas, tan profundas que han dejado mi alma sangrando.

Ni siquiera me atrevo a poner en estas líneas, todo aquello que siento por ti. Porque, ¿qué bien nos haría a ambos? ¿Curaría el dolor que sentimos hoy? ¿Nos daría esperanzas en el futuro? Ahora entiendo: no importan las razones cuando no se puede hacer nada para cambiar las cosas.
No puedo seguir escribiendo. Me siento tentada a echarle la culpa a mi mano herida, pero los dos sabemos que no es cierto. Y el hecho de que no pueda mentirte ni siquiera en esta carta y en algo tan trivial me hace pensar en si después de lo que descubrimos hoy el uno del otro ¿podremos mentirnos de nuevo? ¿Podremos Will? Vernos en los pasillos de instituto y fingir que esto nunca pasó. Por tu bien, por el mío, por el de Jem que nos ama a ambos, espero que así sea.
Jamás creí que el amor te volviera un mentiroso.
- Siempre tuya, Tessa.