Posted by : Lady Cecily Herondale domingo, 8 de enero de 2012

Les traemos la escena completa del Invernadero desde el Punto de Vista de Jace que Cassandra Clare ha compartido como premio por la victoria de Clary en el Torneo de Heroínas de YA Sisterhood. Disfrutenla!

Besé tus labios y te rompí el corazón.

La campana del Instituto comenzó a resonar, el latir profundo y fuerte del cúspide de la noche.

Jace dejó abajo su cuchillo. Es una pequeña navaja de bolsillo, con empuñadura de hueso, que Alec le dio cuando se convirtieron en Parabatai. El lo usaba constantemente y el mango está gastado suavemente por la presión de sus dedos.
“Medianoche” dijo. Podía sentir a Clary junto a él, sentada contra los restos de su picnic, su corazón latiendo suavemente en el aire frío y con olor a hojas del invernadero. El no la miró, pero enderezó la cabeza hacia los brillante capullos cerrados de la planta medianox. No estaba seguro por qué no quería mirarla. Recordaba la primera vez que vio florecer la flor, durante una clase de horticultura, sentado en una banca de piedra con Alec e Izzy, ambos a sus costados, y los dedos de Hodge en el tallo del capullo- él los había levantado más temprano de medianoche para mostrarles la maravilla de una planta que normalmente solo crecía en Idris – y recordó su aliento quedar atrapado en la medianoche de invierno, ante la vista de algo tan sorprendente y tan hermoso.

Alec e Isabelle habían estado interesados pero el recordaba que no habían quedado atrapados por la belleza como él lo había estado. Estaba preocupado ahora, cuando la campana sonó, de que a Clary le pasara lo mismo: interesada o incluso agradada, pero no encantada. El quería que ella sintiera del modo en que él se sentía sobre medianox, aunque no podría decir por qué.

Y un sonido escapó de sus labios, un suave “Oh!” La flor está floreciendo: abriéndose como el nacimiento de una estrella, toda polen brillante y pétalos de oro blanco. “Florecen cada noche?”

Una oleada de alivio corre a través de él. Sus ojos verdes están brillando, fijos en ello. Está flexionando sus dedos inconscientemente, del modo en que él ha aprendido a entender, que ella hace, cuando está deseando tener una pluma o lápices para capturar la imagen de algo frente a ella. A veces él desearía poder ver como ella lo hace: el mundo como un lienzo a ser capturado con pintura, gises y acuarelas. A veces cuando ella lo mira a él de ese modo, se siente casi ruborizar; un sentimiento tan extraño que casi no reconoce. Jace Wayland no se ruboriza.

“Feliz cumpleaños, Clarissa Fray,” dice, y su boca se curva en una sonrisa. “Tengo algo para ti.” El hurga un poco en su boslillo, aunque no cree que ella lo note. Cuando le pone la luz mágica en la mano, es consciente de que tan pequeños son los dedos de ella debajo de los suyos- delicados pero fuertes, con callos por pasar horas sosteniendo lápices y pinceles. Los callos le hacen cosquillas en las puntas de los dedos. El se pregunta si el contacto con su piel hace que el pulso de ella se acelere del mismo modo que lo hace el suyo cuando la toca.

Aparentemente no, por que ella se aleja de él, su expresión mostrando solo curiosidad. “Sabes?, cuando la mayoría de las chicas dicen que quieren una gran piedra, no se refieren a, tu sabes, literalmente una gran piedra.”

El sonríe sin proponérselo. Lo que es inusual y de propia cuenta; solo Alec o Isabelle pueden hacerle reír a carcajadas de pronto. El sabía que Clary era valiente desde la primera vez que la conoció – caminando en esa habitación detrás de Isabelle, desarmada y sin preparación, eso requiere algo de estómago, y es algo que no asociaba con los mundanos- pero él hecho de que ella lo hiciera reír, aún lo sorprendía. “Muy divertida, mi amiga sarcástica. No es una roca precisamente. Todos los Cazadores de Sombras tienen una piedra runa de luz mágica. Te dará luz incluso entre las mas oscuras sombras de éste mundo y otros.”

Esas fueron las mismas palabras que su padre le dijo a él cuando le dio su primera piedra runa. ¿Qué otros mundos? Preguntó Jace, y su padre solo se rió. Hay más mundos a un aliento de distancia de este que son como granos de arena en una playa.

Ella le sonrio, e hizo una broma sobre sus regalos de cumpleaños, pero él sintió que ella estaba conmovida; puso cuidadosamente la piedra en su bolsillo.

La flor de medianox está ya dejando caer sus pétalos, como una lluvia de estrellas, iluminando su cara con una luz suave. “Cuando tenía doce, quería un tatuaje,” dijo. Una hebra de su rojo cabello le cayó sobre los ojos; Jace peleó contra la urgencia de extender la mano y hacerla hacia atrás.

“La mayoría de los Cazadores de Sombras obtienen sus primeras marcas a los doce. Debió estar en tu sangre.”

“Quizás. Aunque dudo que la mayoría de los Cazadores de Sombras se pongan un tatuaje de Donatello de las Tortugas Ninja Mutantes, en su hombro izquierdo.” Ella está sonriendo del modo en que hace cuando dice cosas que son totalmente inexplicables para él, como si estuviera recordando con cariño. Eso envía un retorcijón de celos a través de sus venas, aunque no está ni siquiera seguro de qué cosa esta celoso. ¿De Simon, quien entiende sus referencias al mundo de los mundanos , al cual Jace nunca podrá pertenecer? ¿El mundo de los mundanos mismo, al cual ella regresará algún día agradecida, dejándolo a él y su universo de demonios, y cazadores, cicatrices y batalla?.
El se aclara la garganta. “¿Querías una tortuga en tu hombro?”

Ella asiente, y su cabello cae de nuevo en su sitio. “Quería cubrir mi cicatriz de la vacuna de la varicela.” Ella mueve el tirante de su camiseta a un lado. “¿Ves?”

Y él lo ve: es una clase de marca en su hombro, una cicatriz, pero él ve mas que eso: ve la curva de sus clavículas, el ligero polvillo de las pecas en su piel como polvo de oro, la curva descendente de su hombro, el pulso en la base de su garganta. Ve la forma de su boca, sus labios ligeramente abiertos. Sus pestañas cobrizas cuando las baja un poco. Y él está siendo arrastrado por una ola de deseo, de un tipo que nunca había experimentado. Había deseado a las chicas antes, claro, y satisfecho ese deseo: siempre había pensado en ello como un hambre, una necesidad de un cierto combustible que el cuerpo necesita.

Nunca había sentido deseo como este, un fuego limpio que hacía arder los pensamientos, que hacía sus manos – no temblar exactamente, sino palpitar con energía nerviosa. El arrancó su mirada de ella, apresuradamente. “Se está haciendo tarde,” dijo. “Deberíamos bajar.”

Ella lo miró con curiosidad y no pudo evitar el sentimiento de que esos ojos verdes podían ver a través de él. “¿Isabelle y tu alguna vez han salido en una cita?”, preguntó.

Su corazón aun estaba retumbando. No entendía del todo la pregunta. “¿Isabelle?” hizo eco. ¿Isabelle? ¿Qué tiene que ver Isabelle con esto?.

“Simon estaba preguntándoselo” dijo, y él odió la forma en que ella decía el nombre de Simon. Nunca había sentido algo como esto antes: nada que lo pusiera nervioso del modo en que ella lo hacía. Recordó acercarse a ella en ese callejón detrás de la cafetería, el modo en que quería llevarla fuera, lejos del chico de cabello oscuro con el que ella siempre estaba, hacia su mundo de sombras. El había sentido incluso que ella pertenecía a donde él estaba, no al mundo de los mundanos donde la gente no era real, donde pasaban justo frente a su vista como marionetas en un escenario. Pero esta chica, con sus ojos verdes que lo clavaban como una mariposa, ella era real. Como una voz que escuchas en un sueño, pero que tu sabes que viene de un mundo despierto, ella era real, atravesando la distancia que él había puesto tan cuidadosamente sobre si mismo como una armadura.
“La respuesta es no. Quiero decir, puede que haya habido un tiempo cuando uno o el otro lo consideró, pero ella es casi una hermana para mi. Hubiera sido extraño.”
“Quieres decir que Isabelle y tu, nunca”
“Nunca.”
“Ella me odia,” dijo Clary.
A pesar de todo, Jace casi se rio; como un hermano lo haría, tomaba cierta diversión en observar a Izzy cuando estaba frustrada. “Tú solo la pones nerviosa, porque ella siempre ha sido la única chica, en una multitud de chicos adorándola, y ahora ya no lo es.”
“Pero ella es tan hermosa.”
“Y tú también lo eres” dijo Jace automáticamente, y vio la expresión de Clary cambiar. El no podía leer su rostro. Muy difícilmente era como si nunca antes le hubiera dicho a otra chica que era hermosa, pero no podía recordar una vez en que no hubiera sido calculado. Que hubiera sido accidental. Que hiciera que le dieran ganas de ir a la sala de entrenamiento y lanzar cuchillos, y patear, y golpear y pelear contra sombras, hasta que estuviera sangrado y exhausto, y su piel estuviera abierta; era solo la manera en que estaba acostumbrado.
Ella solo lo miró, en silencio. Sería el cuarto de entrenamiento, entonces.
“Probablemente deberíamos bajar,” dijo de nuevo.
“Está bien.” No puede saber lo que está pensando por su voz, tampoco; su habilidad para leer personas parece haberlo abandonado y el no entiende por qué. La luz de la luna cae por las vidrieras del invernadero mientras salen, Clary ligeramente delante de él.

Algo se movió delante de ellos – un chispazo de luz blanca- y de pronto ella se detiene y medio da la vuelta hacia él, y está en el circulo de su brazo, y es cálida, y suave y delicada, y él está besándola.

Y está asombrado. El no funciona de esta manera; su cuerpo no hace cosas sin su permiso. Es su instrumento tanto como lo es el piano, y él siempre está en perfecto control. Pero ella sabe dulce, como manzanas y cobre, y su cuerpo en sus brazos está temblando. Es tan pequeña; sus brazos se envuelven alrededor de ella, para sujetarla, y está perdido. Entiende ahora por qué los besos en las películas son filmados del modo en que lo hacen, con la cámara dando vueltas y vueltas interminablemente: el suelo es inestable bajo sus pies; un jadeo entre besos. Los dedos delgados de ella están en su cabello, en su nuca, enredándose suavemente, y recuerda la flor medianox y la primera vez que la vio: aquí hay algo que es demasiado hermoso como para encajar apropiadamente en este mundo.
El murmullo del viento es audible primero para él, entrenado como está para escucharlo. Se aleja de Clary y ve a Hugo, parado en una rama de un ciprés cercano. Sus brazos aun están alrededor de Clary, el peso de ella ligeramente apoyado sobre él. Tiene los ojos medio cerrados. “No te asustes, pero tenemos audiencia,” le susurra. “Si Hugo está aquí, Hodge no está muy lejos. Debemos irnos.”
Sus ojos verdes parpadean hasta abrirse por completo, y parece divertida. Eso pincha su ego un poco. Después de ése beso, no debería estar desmayada a sus pies?.
Pero ella está sonriendo. Quiere saber si Hodge está espiándoles. El la tranquiliza pero siente la suave risa de ella viajar a través de sus manos unidas – ¿como sucedió eso?- mientras bajan las escaleras.

Y él lo entiende. Entiende por qué las personas se toman de las manos: siempre pensó que era por posesividad, como diciendo Esto es mío. Pero es sobre mantener contacto. Es como hablar sin palabras. Es sobre Te quiero conmigo y no te vayas.
El la quiere en su habitación. Y no de ése modo – ninguna chica ha estado en su habitación de ese modo. Es su espacio privado, su santuario. Pero quiere a Clary ahí. Quiere que ella lo mire, la realidad de él, no la imagen que muestra al mundo. Quiere recostarse en la cama con ella, y tenerla acurrucada contra él. Quiere sostenerla mientras respira suavemente a través de la noche; para verla como nadie más la ve: vulnerable y dormida. Para verla y para que lo vea.

Así que cuando alcanzan la puerta de ella, y ella le agradece por el picnic de cumpleaños, el aun no suelta su mano. “¿Vas a dormir?”

Ella levanta la cabeza y puede ver que su boca tiene las marcas de sus besos: un rubor rosado, como los claveles del invernadero, y eso le hace un nudo en el estómago. Por el ángel, piensa, estoy tan…
“No estás cansado?, pregunta ella interrumpiendo sus pensamientos.

Hay un agujero en el fondo de su estómago, una nerviosa irritabilidad. Quiere volver a abrazarla, derramar en ella todo lo que está sintiendo: su admiración, este conocimiento recién descubierto, su devoción, su necesidad. “Nunca he estado mas despierto.”

Ella levanta su barbilla, un rápido movimiento inconsciente, y él se inclina, acunando su cara con su mano libre. El no planeaba besarla aquí, tan públicamente, donde es tán fácil ser interrumpidos – pero no puede evitar rosar su boca ligeramente con la de ella. Los labios se abren debajo de los de él y se inclina hacia ella y no puede detenerse. Estoy tan…

Fue precisamente en ese momento que Simon abrió la puerta de la habitación y salió al pasillo. Y Clary se lajea de él apresuradamente, volteando su cabeza hacia un lado, y él lo siente con el dolor agudo de un vendaje siendo arrancado de su piel.
Estoy tan jodido.



¿Qué les pareció?

Fuente: CassieClare
Vía: CassandraClare.com
Traducción: Ciudades Mecánicas
Artículo: Ciudades Mecánicas

Si tomas información, por favor respeta las fuentes.

10 comentarios:

  1. la verdad es que me encanta :D

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  2. waaaaaaaaaaa me encanto

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  3. diosss lo amoooooo♥♥♥♥♥

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  4. Hoy lo volví a leer y la verdad es que tengo lágrimas en los ojos, la primera vez que lo leí no me llegó tanto, pero este Jace taaan dulce me mata, lo adoro es un cielo<3

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  5. lo he leido varias veces y Jace sigue estremesiendome igual o mas aun, pero me encanta como Cassie usa varias veces "estoy tan...." primero pense enamorado, la segunda exitado y perdido. Pero jodido eso si me jodio

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  6. Ha!!!!!! Me parecio espectacular, fascinante!!!!!!!!! me mori!!!! hayayyayayayayyaya!!!!!!!!!!!!!! me necanto Jace <3

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  7. AMO A ESE HOMBRE!!! creo q moriria si a mi un hombre de esos o mas bn el se me aparec en un club, NO LO DEJARIA IR NUNCA MAS!!!!

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  8. No puedo creer que ya pasaron 8 años desde que leí esto por primera vez, y después de tanto tiempo sigo enamorada de esta historia. Ahora la estoy re-leyendo y Jace me parece un amor de hombre, es maravilloso. ♡

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