Capítulo 2.

El infierno es frío.

Recuerdan como terminó el capítulo anterior?? Tessa estaba intentando escapar, cuando es interceptada y no puede lograr su cometido.

De nuevo en su prisión ella es atada a la cama y hostigada por una de las hermanas. Su fuerza de voluntad era mayor que nada en estos momentos. Estaba totalmente decidida a no mostrar ningún signo de debilidad, ni siquiera una mísera lágrima.

La incertidumbre por conocer quien era el Maestro o que quería con ella era grande y terminó por vencer las barreras de la curiosidad.Le fue informado entonces que lo que quería el maestro era casarse con ella y darle todo lo que poseía, solo por el talento de ella.

En cuanto la dejaron a solas amarrada a los postes de la cama, desesperación fue lo que surgió en su interior, desesperación por su condición de prisionera, por su hermano Nate, por la oscuridad que parecía opacar cualquier luz al final del túnel, cualquier final a su agónica situación.

Y sucedió, el cambio se abrió paso, luego de tanto y tanto practicar, su cuerpo, la arcilla, cambió finalmente por el de la joven muerta con la que ya había hecho el cambio en otro momento, y esto le dió la oportunidad de soltarse de sus ligaduras, ya que las manos de la niña eran más finas y pequeñas. Una vez libre de su presa, el cambio se fué y volvió a ser ella. Ahora tendría que ver como hacer para escapar de allí.

De pronto la puerta se abrió y entró una sombra, a la que ella golpeó con la jarra del lavatorio en el brazo.

Y cuando escuchó su voz, se dió cuenta que no era ninguna de las personas que la habían tenido cautiva en su ''celda''. Era un joven, al que en primera instancia le pareció un trabajador. Su rostro era el más bello que ella había visto en toda su vida, un rostro de una piel blanca, coronado con cabellos negros que llevaba de manera desordenada y por ojos, dos zafiros de un profundo azul, rodeados de largas y gruesas pestañas. Y sus labios, sus carnosos labios...qué labios!! Labios con los que se podría perder... Y su cuerpo, la continuación de su cuello...

"Era como todos los héroes de ficción que Tessa había llegado a cunjurar en su mente. Aunque nunca había llegado a imaginar que uno de ellos la estaría insultando mientras agitaba la mano ensangrentada a modo de acusación contra ella. "Me ha cortado. Podría ser mortal"

Y una duda se abrió en su cabeza... ¿sería él el maestro? ¿Sería el fin de todo lo que ella conocía? ¿Sería el fin de su sueño de libertad? ¿Por qué no dejaba de quejarse de la manera en que lo estaba haciendo de la herida de su brazo? Ella quería respuestas.

"Tú eres el Maestro? Yo?..¿El Maestro? He conseguido maestría en muchas cosas en mi vida. Orientarme por las calles de Londres, hablar francés sin acento, bailar la cuadrilla, el arte japonés del arreglo floral, mentir en el juego, disimular un estado de profunda ebriedad, deleitar a las jóvenes con mis encantos..."
"Pero- continuó él- nunca nadie se ha referido a mi como "el maestro" o "el magíster". Lo cual es una pena"

La ya frágil compostura de Tessa no daba para más y llegó a pensar que se encontraba intoxicado, o peor, que era un orate, justo ahora, justo en el momento que precisaba la ayuda de un héroe, de alguien que la saque de su cárcel. Y se presentaba este joven que al parecer no se encontraba en sus cabales.

Pero resultó que no, era un joven normal... un joven normal aunque con un extraño sentido del humor y de la cortesía. Era William Herondale (les suena??), Will para los amigos.

Pero el gran escape parece haberse frustrado cuando el sonido de una puerta al cerrarse los alerta. Ella comienza a conocer algunas otras cosas aparte de la arrolladora personalidad de su salvador. Una elemento con aspecto de piedra que irradia luz, y una varita mágica, que no es una varita mágica, pero que abre puertas cuando se traza dibujos con ella.El dibujo de lo que parece ser un ojo en el interior de su muñeca. Todos esos detalles que iba descubriendo mientras intentaban huir por corredores en los que el calor y la humedad eran tan intensos que notaba como los cabellos se le rizaban y se le pegaban en sus sienes y su cuello.

Y una duda, lo habría enviado su hermano?? Pero no, esa minúscula ilusión se esfumó en cuanto Will le aclaró que ni su hermano ni ella eran una familiaridad para él. La coincidencia de su encuentro se produjo por la búsqueda de pistas de una niña muerta, una niña que casualmente era la misma con la que ella había hecho el cambio, y eso la estremeció. ¿En que sitio tan oscuro había caído? ¿Por qué las hermanas oscuras estaban implicadas en ésto? ¿Qué conección había con su hermano?

Y algo la sacó de sus cavilaciones, un grito, una llamada de una voz conocida... eran la voces de las hermanas oscuras que la llamaban. ¡Habían descubierto que ella no estaba en su habitación!

Entonces, mientras corrían por un cada vez más caldeado pasadizo Will exclamó “Por el Ángel, es como el noveno círculo del infierno aquí.” “El noveno círculo del infierno es frío,” dijo Tessa automáticamente. Él se la quedó mirando. “¿Qué?” “En el Inferno,” le dijo ella. “El infierno es frío. Está cubierto de hielo.”
Él la miró fijamente durante largo rato, con las comisuras de la boca curvándose, entonces extendió la mano.
“En cuanto a la temperatura del Infierno, Señorita Gray,” dijo, “déjeme darle un consejo. El hombre joven y guapo que está tratando de rescatarla de un destino horrible no se equivoca nunca. Ni siquiera si él dice que el cielo es de color púrpura y está hecho de erizos.” Realmente está loco, pensó.

Corrieron por los hasta que llegaron a unas pesadas puertas de metal, y lo que había detrás de ellas les heló el alma: una mesa larga con cuerpos colocados en perfecta hilera... incluso Will palideció.

Pero cuando parecía que ya no había salida llegaron los refuerzos. Dos siluetas que al principio parecieron ángeles, pero resultaron ser hombres. Una de ellos la sujetó, pero en su desesperación, ella lo mordió.

“¡Will!,” Gritó. “Will, ¡ella me mordió!” “¿Lo hizo, Henry?” Will, mirando divertido como de costumbre, parecía un espíritu convocado del caos y el humo y las llamas. Detrás de él, Tessa podía ver el segundo de sus compañeros, un joven musculoso de pelo castaño, luchando con la Sra. Dark. La Sra. Black era una forma oscura jorobada sobre el suelo. Will levantó una ceja en dirección a Tessa. “Es malo morder,” le informó. “Grosero, ya sabe. ¿Nadie le ha dicho eso?” “También es grosero ir agarrando señoras a las que no has sido presentado,” dijo Tessa con frialdad. “¿Nadie se lo ha dicho?”